"Agarbanzamiento". Este fue el vocablo con el que mi admirado José Ortega y Gasset se refería en su libro "La rebelión de las masas" a un inevitable descenso gradual de la cultura general en España. La estrategia era de una claridad meridiana, hay que atontar al pueblo. Cuanta menos educación posea mas fácil será manipularlo. No era difícil darse cuenta del calibre del arma que tenían entre manos. Mediante el control de la educación podrían conseguir una "masa" de gente innegablemente "estúpida". A partir de aquí no sería difícil dirigir a este rebaño por el caminito marcado.
Ciertamente haciendo esto se conseguiría un control absoluto del pensamiento de la masa. Las elecciones libres e incluso la democracia serían palabras carentes de significado. En el hipotético caso de que esto ocurriera, la farsa, la hipocresía al máximo exponente, así como la mayor de las estulticias serían de forma irremediable un cierto resultado de unas políticas "atontolinadoras".
Politicuchos de medio pelo, con menor seso que los de la generación anterior, se frotarían las manos sonrientes mientras alegremente celebran y se vanaglorian de poder tener un asiento en un circo en el que nosotros, los animales, caminamos junto a nuestro rebaño felices por pensar en el privilegio que supone vivir en una sociedad tan desarrollada como informada en la que vivimos.
Pero, no pasa nada. Por suerte un político amigo mio me resolvió hace poco tiempo esta incertidumbre que de tanto rondarme la cabeza me estaba provocando tal ansiedad que no conciliaba el sueño facilmente por las noches. Las palabras suyas fueron "Amigo, no te preocupes. Esto nunca ha sucedido ni sucederá"...
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